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viernes, 6 de septiembre de 2013

DESDE MI CALLE


BENEFICIENCIA Y CARIDAD.

El viejo concepto de beneficiencia sigue más vivo que nunca. Quizás por la desbordante oleada de sufrimientos actuales que podrían evitarse. Es el fruto de una dura realidad emanada de sociedades excluyentes, donde las empresas y los mercados se rigen por aquello que únicamente genera riqueza para los que más tienen, o sea para los poderosos, sin importarles para nada los criterios de solidaridad o de utilidad social, activando de este modo las mayores desigualdades y desconciertos del mundo. Está visto que los derechos de los marginados y de los desfavorecidos, apenas cuentan nada, y me da la sensación que sólo permanecen en el papel, junto a los buenos deseos. El objetivo de sensibilizar y movilizar conciencias, organizaciones y personas, dispuestas  para ayudar a los demás, debiera formar parte de los planes educativos y enraizarse mucho más en todas las culturas. Es cuestión de amor, o sea un deber: "el de amar"; y menos cuestión: "el de caridad".

El afán y el desvelo de las naciones tiene que encaminarse hacia una mirada crítica a las instituciones (también a las de gobernanza mundial) para promover un mundo más justo e igualitario. Lo que sí es fundamental, son las personas a las que los paises saquen de la pobreza. La reducción de las desigualdades en el escenario mundial debe ser lo prioritario. De ahí, la importancia de los gobiernos de trabajar para reducir la vulnerabilidad de algunos ciudadanos ante los desastres naturales, las crisis o las guerras.

El derecho al desarrollo tampoco debe realizarse desde una única perspectiva benefactora y caritativa, sino con una buena gobernanza, lo que exige un sólido marco que respete la justicia social y los derechos humanos. La indiferencia por los males de nuestros semejantes nos lleva a un mundo inhumano y cruel. La sociedad tiene por tanto la obligación moral de socorrer siempre.
 
 A la vista de tanta miseria y a poco que nos observemos, para el pobre nunca hay fondos económicos. ¿Cúantos paises constituidos en un Estado social y democrático de Derecho defraudan sus presupuestos sociales? No solemos tener compasión y compresión a los problemas de los débiles. A veces los vemos cabizbajos y les entregamos unas migajas, apenas les sonreimos, cuando el cariño es tan importante. No son animales, son personas. No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz. Lo que significa que si no entregamos amor, de nada sirve. Porque, efectivamente, el hambre de cariño es más duro que el de pan.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.

2 comentarios:

  1. Miguel Angel, todo lo que dices lo comparto, el mundo en si, es cruel. ¿ Hay algún país en el mundo que sea un paraiso, y no haya hambre ni miseria?.
    ¡No existe ese país, puede ser que algún día lo encontremos!. Cuándo todos amemos a nuestros semejantes, o mejor dicho, cuando reine el amor, conseguiremos el paraiso anhelado.
    Un abrazo.

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  2. Sólo el amor es eficaz para el ser humano, sin un afecto sincero hacia los demás el mundo no vale nada. Ahora se empeña el premio Nobel de La Paz (Obama) en matar ¿por qué? ¿No sería mejor emplear todo ese potencial en mejorar la condición humana? No entenderé nunca este afán de aniquilarnos

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