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viernes, 23 de agosto de 2013

DESDE MI CALLE



EL MIEDO Y LA COBARDIA DE RAJOY


En un programa de televisión piden a un politólogo afamado una descripción psicológica de Mariano Rajoy. Expresa como premisa que ser inteligente o listo no es condición para ser un buen gobernante, que en general los inteligentes tienen valores para otros objetivos o profesiones, pero que para ser político hay que descartar la inteligencia como un elemento de riesgo. Que para apoyar sus puntos de vista ya tiene la Administración General.

El político tiene que tener principalmente coraje y decisión y saberse rodear de asesores eficaces a los que tiene que mandar, sin que tenga ningún inconveniente en despedirle si se extralimita o le adula en exceso. No puede ser cobarde porque cada día tiene que tomar decisiones que van a producir dolores a algunos. Pero no puede dejar de analizar las consecuenciaas humanas de sus decisiones.

Un presidente no se puede escudar en una televisión de plasma a la hora de comparecer ante los periodistas para que no le pregunten o le repregunten. Tiene que faltarle tiempo para dar todas las explicaciones a la comunidad sobre la actuación delictiva de miembros de su partido y si es el caso, las suyas por acción u omisión. No puede mostrarse nervioso ni temeroso cuando tiene que reunirse con sus partinaires extranjeros. Y defender sus puntos de vista con vigor ante las autoridades financieras de la UE.

Rajoy no tiene coraje para enfrentarse a la tremenda humillación a la que se le está sometiendo a la población española por parte de los organismos comunitarios. Que seis millones de parados son personas que sufren, no números. Debe comprender que formamos parte de un club en el que hay obligaciones que cumplir, pero también derechos. Pareece que le da vergüenza exigirlos. Que no se puede admitir tanto paternalismo por parte de los paises ricos ni mostrar miedo a tomar decisiones que nos enfrenten a los que son ricos en defensa de nuestros derechos. Que el miedo es una reacción irracional que lleva a la cobardía paralizante. Que sepa que tiene bazas importantes para jugar, pero que tiene que tener coraje para mantener la mirada sin avergonzarse.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.